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¡No te rindas|
Es difícil encauzar todo un manantial de voces, sentimientos y emociones que bullen entrelazados en vuestro interior en un día tan significativo como es este; el de vuestra graduación, día en que vosotros, mis queridos alumnos, comenzáis una nueva aventura de la vida. 
Sin duda hoy, aquí y ahora, se funden recuerdos y expectativas, se agolpan vivencias y proyectos entre los sutiles latidos del corazón.  
El tiempo se ha ido deslizando con secreto sigilo curso tras curso. 
Erais unos niños cuando expectantes, tal vez temerosos, y sin duda ilusionados llegabais al Instituto. Avanzabais rampa abajo con vuestros “cofres de la sabiduría” a la espalda camino del umbral de la enigmática puerta que abría nuevas formas de realidad. 
Y…han pasado seis fugaces años. 
Graduación 2015
Hoy, cual heroicos alpinistas que, tras largo, esforzado y sufrido ascenso, coronan, exultantes, la montaña, contempláis desde la cima, gozosos, el paisaje dejado atrás. Ahora, desde el cénit, embriagados de la felicidad que proporciona “tocar el cielo con la mano” y con la serenidad que otorga la complacencia del deber cumplido, rememoraréis el  aún reciente pasado. Y en esa evocación se avivarán los mecanismos de la memoria y se proyectará en el recuerdo –como animados fotogramas- un sinfín de momentos, episodios, anécdotas, experiencias que forman parte de vuestra existencia: compañeros con quienes compartisteis días inolvidables, viajes  que iluminaron vuestros sueños, exámenes que alimentaron insomnios, libros que despertaron curiosidades, conversaciones que enriquecieron pensamientos, amigos que aunaron complicidades, profesores que…¡uf,  qué complicado!,  profesores que… , digamos, despertamos amores y desamores. 
Profesores – apostillo yo – que en esta ardua tarea de la labor docente, nos hemos “derramado hilo a hilo”-como dijera el poeta Miguel Hernández- con absoluta dedicación, esmero y trabajo enseñándoos a caminar por las futuras sendas multicolores o sombrías que la vida os presentará, inculcándoos el sentido del cumplimiento del deber, la discreción y el respeto que deben presidir vuestros actos venideros. Hemos cincelado y labrado con constancia piedras porosas, absorbentes, modelándolas, esculpiéndolas hasta erigirlas en excelentes esculturas. Hemos procurado hacernos eco del ancestral pensamiento “El discípulo es carnalina en manos de su maestro. Una vez trabajado es verdadero lapislázuri”.  Así, día a día, golpe a golpe , verso a verso –en términos machadianos- hemos utilizado, cual académicos artesanos, escoplos y buriles, herramientas metamorfoseadas en palabras, fórmulas, líneas y pensamientos hasta despertar en vosotros, nuestros preciados alumnos, los adormecidos rincones del saber. 
 
Habéis recorrido un camino, sí, pero no habéis escalado en solitario; a vuestra vera iba  un fiel compañero de viaje, ese sherpa que guía y ofrece seguridad, y que en un día como hoy es de justicia un reconocimiento; me refiero a vuestros padres. Ellos, ustedes, son encomiables sufridores. No olvidéis nunca que ellos, vuestros progenitores, han compartido con vosotros alegrías y tristezas, euforias y decaimientos, ilusiones y desilusiones, aprobados y suspensos. Ellos han padecido vuestras contrariedades, malhumores, enfados y desánimos; y han celebrado vuestros éxitos, buenhumores, contentos y felicidades. Han sido, son y, no lo dudéis,  serán siempre compañía, luz y guía en vuestro caminar.
Y han pasado seis años…
Queridos alumnos hoy cruzáis un nuevo umbral, se abre un nuevo horizonte, un futuro que anhelo pleno de ideales y proyectos. Ahora, aquel infantil e ingenuo “cofre de la sabiduría” se ha llenado de joyas y blasones preciosos. Cuidadlos, sabed apreciar su valía y acrecentadlos. Es un tesoro fantástico.
Cada uno de vosotros elegirá una senda diferente, despertará su pasión por distintos tipos de saber, se iniciará en variopintos conocimientos, acrecentará su curiosidad intelectual deslizándose por territorios transitables, amenos, llenos de luz, donde se acrecienta el deseo de aprender. Vuestra  formación e inteligencia serán los instrumentos que os permitan transitar por las luces y sombras de la existencia humana y alcanzar la meta deseada.
Para esa andadura contagiaos de la fuerza, valor, vitalidad y afán que guió a Santa Teresa de Jesús, nuestra mística escritora, cuyo V Centenario de su nacimiento –como sabéis- celebramos este año, en su incansable lucha por salvar en aquellos tiempos recios cuantos obstáculos, barreras o cortapisas asaltaban su camino en la sociedad de su época. Solo el trabajo, la paciencia, el empeño, el amor, la constancia y ese espíritu incombustible de quien cree en lo que hace es capaz de romper cadenas, desatar nudos, liberar esclavitudes y conquistar universos. Seguid, pues,  la huella de Teresa de Ávila, la Santa inquieta y andariega, “camino de luz”, alma sublime pegada a la tierra, e impregnaos  de su fascinante entusiasmo y sorprendente coraje.
Coraje, digo, que se transfigura en fresco  manantial, dulce aliento, vibrante soplo impulsor de la infatigable lucha por alcanzar  nuestros sueños e ideales.  Sueños e ideales, ensoñaciones por las que combatió con locura quijotesca el héroe cervantino. Cabalgad en vuestro particular Rocinante en busca del AMOR soñado, conquistad la ansiada  LIBERTAD e implantad la JUSTICIA en defensa de los débiles como lo hiciera hasta el fin de sus días nuestro caballero andante. Tres grandes palabras por las que Don Quijote y su escudero Sancho- que encarnan respectivamente el impulso ideal y el práctico sentido común-, se lanzan, uno por pasión y otro por fidelidad, fundidos en una inquebrantable amistad, a la defensa de los grandes ideales. 
Graduación 2015-2

Luchad por el AMOR. Recordad el enfado de Don Quijote ante la insistencia de Sancho para que se case con la princesa Micomicona- que no es otra que la labradora Dorotea- que responde con gran enojo “Decid, socarrón de lengua viperina, ¿quién pensáis que ha ganado este reino y cortado la cabeza a ese gigante…si no es el valor de Dulcinea tomando a mi brazo por instrumento de sus hazañas? Ella pelea en mí y vence en mí y yo vivo y respiro en ella y tengo vida y ser” (II,30) 
Pues sí, nuestro caballero vive por, con y en el amor. 
Luchad por la LIBERTAD. Miraos en el espejo del hidalgo universal: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad se puede y se debe aventurar la vida”.
¡Ah, la libertad!...; pero, sed sabedores también de que cada uno de nosotros tenemos que saber utilizar nuestra libertad, pues ese don es una responsabilidad personal que el mismo Cervantes plasmó en su novela “Tú mismo te has forjado tu ventura”.
Luchad por la JUSTICIA. No tengáis reparo en desafiar las leyes cuando chocan con su propia concepción de la justicia y de la libertad. Don Quijote, altivo, pero firme exclamará: “No es bien que los hombres honrados sean verdugos de otros hombres”. 
Y en esa lucha por alcanzar los ideales no os dejéis amedrentar, pues el miedo es paralizante, trastoca la realidad, engaña los sentidos; así el propio caballero de la triste figura le explica a su escudero: “El miedo que tienes te hace, Sancho, que ni veas ni oigas a derechas; porque uno de los efectos del miedo es turbar los sentidos y hacer que las cosas no parezcan lo que son” (I,18)
No permitáis que vuestros sueños se hagan añicos, porque sin sueños no se puede vivir. Los sueños nos dan alas, nos quitan hiel, liberan  la mente, alimentan la pasión… Así lo recogió el vate  nicaragüense Rubén Darío: “Pues si te empeñas en soñar te empeñas en aventar la llama de tu vida”.No cejéis en el empeño, no dejéis apagar el entusiasmo, cultivad perlas de ensueño, tended siempre hacia la altura; no os rindáis. No te rindas, escuchad el canto que, con sentida voz, aclama el poeta Mario  Benedetti en este bellísimo poema:
No te rindas, aún estás a tiempo
De alcanzar y comenzar de nuevo,
Aceptar tus sombras,
Enterrar tus miedos,
Liberar el lastre,
Retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
Continuar el viaje,
Perseguir tus sueños
 Destrabar el tiempo,
Correr los escombros,
Y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se esconda,
Y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma
Aún hay vida en tus sueños.
Y…. han pasado seis años; seis fugaces años. 
Y… hoy comenzáis una nueva aventura. Os felicito, os doy mi más cariñosa enhorabuena. Mis queridísimos  alumnos: sed muy felices. Un beso.
                    Carmen Muñoz Miguel
                    (Catedrática de Lengua castellana y literatura)
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